8
de Marzo:
Ciao, ciao biciclette nostre!
Despiertos y desayunados fuimos a las
10 de la mañana hasta el Foodland para entregar nuestras bicis a su
nueva dueña. Apenados pero felices por haber recuperado la inversión, volvimos a la casa donde me engancha la dueña, Maureen, con quien me
quedo charlando más de dos horas sobre astrología, lunas, el ego y
me presta unos libros que decido leer por la tarde, al regresar de la playa.
Ya
en rocky point disfrutamos del que sería nuestro último día... no más caminatas o pedaleos por la costa
norte ni más horas tiradas al sol, viendo surfers someterse y dominar a las potentes olas del Pacífico. Se acababa el entrar
descalzos a los supermercados, el olor a coco del bronceador sobre mi
piel, la económica comida basura o ver padres llevar a sus hijos por el carril-bici dentro de carromatos acoplados a la parte trasera, rodando y paseando al son marcado por
el pedalear. Caducaban nuestras vacaciones hawaiianas, cumpliendo ya dos
meses en el destino y dejando atrás personajes como el surfero que
discutía con su fotógrafo por no haber pillado buenas tomas de su sesión, o Danny –el novio de la casera- y su pinta de adolescente
con 44 tacos, tampoco volvería a ver al tío que me invitó a unas birras en la caja del
supermercado o a las chicas que caminaban por la orilla, enseñando
cuerpazo, mientras una le decía a la otra lo económico que le
parecía “tener un guy
que me mantenga fit
por $400 al mes”.
Una
vez en la casa me puse a leer sobre la influencia de la posición de
los planetas el día de mi nacimiento, sobre lo complicada que seguiría siendo la desfasada relación con mi desconsiderado acompañante y a coger los últimos apuntes sobre estos días, alojados en el mismísimo north shore de Oahu.
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