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de Marzo: Penúltimo día
en el camping de Malaekahana, realizando nuestras rutinarias tareas
mañaneras antes de marchar en nuestros verdes biciclos hasta la
playa. Nos quedamos todo el día en el pico preferido de mi partner
ya que el día era perfecto en olas, viento y calor. Mientras este
último se dedicaba a lo suyo, yo... a lo mío: acabar de leer el
libro de Eckhart Tolle que me había prestado nuestra futura
anfitriona y actualizar con los apuntes mi libreta, sentada sobre la
arena, viendo la peña surfear mientras caía el anaranjado sol. Al
volver hacia el camping una furgoneta nos ofreció un “ride” pero
agradecidos, le decíamos que no con el pulgar en alto ya que
veníamos embalados con el pedaleo y nos faltaba poco para llegar,
pero también porque era nuestro último regreso en bici desde el
V-land... voy a echar mucho de menos recorrer estos 10 km cada día
en la bicicleta. Volvimos bastante tarde, ya anochecía al llegar al
cruce de la Kamehameha y Puuluana St. donde paramos un momento a
comprar hielo en el super de Kahuku,
para poder enfriar las birras que nos quedaban.
Cenamos,
bebimos y las definitivas horas en Malaekahana transcurrieron mimando
a la gata Gordis, despidiéndonos de ella y su ronroneo pasando la
noche los tres juntos, en nuestro último sueño sobre el suelo de
una tienda de campaña.
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