Samoano, the cat, at Malaekahana |
26
de febrero: Gordi,
nuestra
nueva gata okupa, nos despierta maullando y apoyando el hocico en la
puerta mosquitera, obligándonos a dejarla entrar a meter su morro en
la bolsa donde guardo el alimento gatuno, dejando bien claro que
había llegado la hora de levantarnos y desayunar los tres juntos.
Nuestros despertares eran cada vez más perezosos, arrancando de
Malaekahana casi al mediodía en bicicleta, a lo largo de la
Kamehameha Hwy. hacia la costa norte más surfera del Pacífico.
Llegamos a V-land pero el fuerte viento del este creaba olas
indomables; nos quedamos esperando por si cambiaban las condiciones y
Alex aún así intento surfearlas, pero al poco rato, estaba de nuevo
sentado conmigo en la orilla. Comimos arroz con guisantes y más
tarde partimos hacia Ted’s Bakery para pedirme un batido bomba,
hecho de banana con nata montada.
Intentando
bajar todas las calorías ingeridas en solo un vaso, emprendimos
camino de regreso hacia el camping, con el viento del este dando de
lleno contra la inercia de nuestras bicicletas, haciendo que nos
costara muchísimo avanzar. Al llegar yo me fui hasta la comfort
zone
para poner al día mis apuntes pero Samoano (otro de los gatos al que
le habíamos puesto nombre) no le molaba mucho la idea y se sentaba
encima de mi libreta, impidiéndome con pataditas al boli que
continuara escribiendo. La luz de mi súper lámpara empezó a
menguar así que regresé a nuestro sitio en el 3-F para cenar y
disfrutar silenciosamente en la nocturnidad de mi REM (Random
Eye Sleep).
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