4 de Marzo: Según me desperté y luego del paso obligado por el baño, fui andando hasta el Foodland para comprar yogurt y cereales. Al llegar a la casa, lo encuentro a mi compañero saliendo para ver si yo regresaba y poder esperarme con el café recién hecho, listo para tomar. Sí, si... algún que otro detalle guapo, de vez en cuando, le surgía al colega. Durante el desayuno decidimos abandonar V-land y cambiar por Rocky Point, mucho más cerca de dónde estábamos alojados. Aquí el surf es bastante más chungo por el fondo de coral tan superficial del pico, provocando olas más grandes y tubulares con el añadido de estar mucho más petado de peña, teniendo que remar más fuerte y rápido, para conseguir pillar algo. Aún así para mí era perfecto porque la rompiente estaba mucho más cerca de la orilla que en V-land, los surfers más pro, el espectáculo más entretenido y a una distancia menor para que mi pequeña cámara, echara mejores fotos.
Regresamos
a la casa para almorzar, descifrar los números de nuestros gastos y
comprobar que mi compañero estaba ya en bancarrota. Deprimido se
marchó a surfear y yo me quedé chateando con un colega, muy cómoda
en la cama hasta decidir levantarme para comprar algo de merienda en
el super (esto de tenerlo tan cerca comenzaba a ser peligroso para mi
apretada y desde este momento, compartida economía), donde pude ver
lo hermoso que se veía el sol al marcharse por Shark’s Cove. Como
si lo hubiera olfateado justo en el momento que acabé de preparar el
café, Alex entraba a la casa para compartir una tarde-noche viendo
juntos películas de Tarantino.
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