Rocky Point |
6
de Marzo: Llenamos
nuestras barrigas una mañana más con cereales de colores mezclados
con pedacitos de malvavisco, salimos a la puerta para ponernos las
chanclas, bajamos por la escalera hasta el garaje abierto bajo la
casa donde guardábamos las bicis y pedaleamos hasta el pico,
para pasar un día más en la playa.
¿Qué
aburrido puede parecer todo esto, no? Cada día a la playa… pero
puedo asegurarte que el espectáculo está servido en un sitio con
las olas y l@s riders que vengo disfrutando, como también conozco de
sobra lo mucho que echo de menos cuando el clima ya no me deja ir,
cada día, a echarme sobre la arena y leer cuando se acaba la serie,
bajo la calidez del sol sin preocupaciones ni dedos
entumecidos por el frío o tareas pendientes por hacer. El único
problema con el que me encontré en este pico fue no poder localizar
un maldito sitio, fuera del agua, donde mear en paz; no esperaba un
baño público, no… qué va, ya no luego de las experiencias
anteriores sino al menos algún hueco entre los arbustos, pero era
imposible. Las únicas zonas medio-verdes que había a lo largo de
estas playas eran de casas privadas que te espantaban con sus
característicos carteles de Private
Property,
perros
y amenazas varias. Meterse al agua solo para mear era bastante
complicado por el superficial fondo de coral, la traicionera
corriente del pico y vamos, que con estas condiciones mi vejiga no se
podía relajar ni cinco segundos seguidos. En el poco rato que mi
compañero estuvo fuera del agua aproveché para ir en bici hasta el
beach park de Sunset beach y evacuar tranquilamente todo lo
necesario; al regresar a Rocky point mi colega surfero marcharía
hacia el mismo destino, pero con otras prioridades más concretas.
Vuelta
a nuestra habitación en la casa de Maureen al atardecer solo para
dejar la tabla y acercarnos hasta el teléfono público del Foodland;
llamamos a Sarah, la interesada detrás del primer email recibido
sobre la venta de las bicis y quedamos en que las recogería pasado
mañana en la misma puerta del supermercado. A nosotros nos venía de
lujo para poder usarlas un día más de lo imaginado. Con la cena
comprada el día anterior, fuimos directo a la casa para disfrutar de
una triple sesión del Dr. House en el portátil, comiendo pizza
sticks
con arroz y huevos fritos.
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