9º DÍA: Baño en Hanalei Bay

Hanalei Bay
18 de enero: Aunque sea difícil de creer, dormí toda la noche tranquila y del tirón en el asiento trasero del Saturn azul, hasta que el sol de la mañana despejó la humedad de la noche y junto con ello, algunas de mis legañas. Desperezados ya, regresamos al coche para buscar un sitio donde desayunar, porque la noche anterior al llegar a Kapa’a, apenas conseguimos imaginar donde podíamos estar, aunque yo podía asegurar que estábamos en algún parking cerca de la playa del pueblo. Como nos pasa cuando estamos de buena racha rutera, 100 metros de calle recorridos para aparcar nuevamente y cruzar la calle, encontrando el sitio que nos daría conexión wifi y burritos como desayuno, durante dos semanas en la isla: Shaka Taco’s. Una pena que hoy ya no exista. Lo bueno es que me permitió curiosear sobre el significado del símbolo shaka, del shaka icon, aquella mano en puño con el dedo pulgar e índice estirados. Lo usan tanto como para decirte hola, aloha, preguntarte qué tal estás o simplemente, para acompañar una sonrisa y transmitirte buena onda. Pero Hawaii hechiza y si lo consigue, no es solo por sus míticas olas, sino también porque tienen un cuento o historia, casi para explicar cada cosa. Hay varias teorías del símbolo; desde que tiene forma de cabeza de tiburón hasta que un supuesto señor, que trabajaba en un molino de azúcar, en Oahu, dio cabida a esta forma de saludo por tener solo dos dedos en una de sus manos. Cuando los niños de los alrededores, querían jugar en el tren de la azucarera, hacían el shaka para anunciarse los unos a los otros que aquel señor, estaba de guardia.

Terminado el picoteo fuimos pronto hacia Lihue, para pedir el permiso de camping y poder instalarnos ya en Anahola, el beach park elegido. Con el paperwork hecho, montamos la tienda estratégicamente entre la ducha, la barbacoa, el baño y el mar como ventana, puerta y horizonte, para recorrer 31,5 kilómetros hasta Hanalei Bay, el barrio de los hermanos Irons. Aparcamos en un callejón perpendicular a Weke Road y mientras Alex surfaba, yo veía como la fina lluvia caía sobre él, echada en una toalla sobre la arena y a solo cien pasos de él, sin mojarme y poniéndome morena al sol. Cuando finalmente las gotas llegaron hasta mí, metí la cabeza dentro de la capucha, recogí y dejé las cosas de playa en el coche, me cambié de ropa –no olvidemos que volvimos a usar la táctica de Oahu, llevando toda la ropa en el maletero- y como había calles donde no llovía, caminé hasta el centro de Hanalei, para mezclarme en la urban life o simplemente, buscar un sitio donde comer que se no se llamara ni Mc ni King. Encontré un puesto que vendían hamburguesas suela de zapato pero de plataforma, como las que hacía mi mamá y donde la gente hacía cola para comprar una. También una cafetería-smoothería que decidí, unilateralmente, sería donde recargaríamos energía cuando Alex terminara la sesión; quería volver con boli y la libreta para coger algunos apuntes del tablón de anuncios de Java Kai… alquilaban un estudio por $450 la quincena, no era un regalo pero tampoco era un precio impagable, no?. Si no me crees, yo ya mismo termino este post y tú vas y le echas un vistazo a craigslist… 
RESUMEN
KAPA’A BEACH PARK: con algún que otro inocente vagabundo alrededor, no es mal sitio para echar una cabezadita en el coche, por la noche.
HANG LOOSE, dude…: Te he contado una d las leyendas del shaka icon.
ANAHOLA BEACH PARK: el camping elegido en el este.
“Burguesería” en Hanalei: aquí
“Smoothería” y café de Kauai en Hanalei: aquí

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